A la manzana la llaman la reina de las frutas y creo que razones no faltan.
Tienen excelentes propiedades nutricionales, como por ejemplo, una gran cantidad de pectina, que es una fibra soluble muy beneficiosa para mejorar, entre otros los problemitas gastrointestinales, nos ayudan a reducir las tasas de colesterol (dicen por ahí que dos manzanas al día, ayuda a reducir hasta un 10% del nivel de colesterol), pero también tienen un alto contenido en potasio, lo que ayuda a que el corazón funcione a pleno rendimiento y que mejore la presión sanguínea.
Además nos aportan fibra, sodio, vitaminas B1, B2, B6 y vitamina C, que nos otorga propiedades antioxidantes.
¡Son magníficas!
Contienen mucho fósforo siendo excelente para los que realizan un trabajo intelectual intenso. Como yo. Ja! Ja! Ja!
Hay que tener en cuenta que como los minerales y las vitaminas se encuentran en la piel de las manzanas, es recomendable comerlas con cáscara.
Es bueno saber estas cosas, para darles, a las manzanas, el lugar que se merecen en nuestra alimentación.
ORIGEN:
El ingeniero agrónomo y profesor universitario, Francisco Dehais, argentino, investigó y escribió el libro: “La manzana y la pera argentina”, en donde recopila la historia y el desarrollo de las manzanas y las peras en nuestro país. Según don Francisco, son originarias de la región comprendida entre las montañas del Cáucaso, Irán, el mar Caspio y Turquía. También cuenta en el libro, que a la Argentina, llegaron entre los años 1526 y 1575 por varias vías simultáneas, de la mano de los conquistadores, aunque existen versiones que cuentan que se encontraron evidencias de las manzanas en restos de colonias vikingas de Groenlandia y Canadá, que datan de más de 400 años antes del descubrimiento de América por Colón (¿por Colón?).
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